jueves, 16 de enero de 2014

LUNS 27, YVES BONNEFOY Y HAROLD PINTER

ESCOLMA DE POEMAS
YVES BONNEFOY

El adiós
                                                                      
Hemos vuelto a nuestro origen.
Fue el lugar de la evidencia, aunque desgarrada.
Las ventanas mezclaban demasiadas luces,
Las escaleras trepaban demasiadas estrellas
Que son arcos que se hunden, escombros,
El fuego parecía arder en otro mundo.

Y ahora hay pájaros que vuelan de una habitación a la otra,
Los postigos se cayeron, la cama está cubierta de piedras,
La chimenea llena de restos del cielo que van a apagarse.
Allí, por las tardes, hablábamos casi en voz baja
Debido a los rumores de las bóvedas, allí, sin embargo,
Formábamos nuestros proyectos: pero una barca,
Cargada con piedras rojas, se alejaba
Irresistiblemente de una orilla, y el olvido
Depositaba ya su ceniza en los sueños
Que sin fin recomenzábamos, poblando con imágenes
El fuego que ardió hasta el último día.

¿Es cierto, amiga mía,
Que no hay más que una palabra para nombrar
En la lengua que llamamos poesía
El sol de la mañana y el de la tarde,
Una para el grito de alegría y el de angustia,
Una para el desierto río arriba y los golpes de hacha,
Una para la cama deshecha y el cielo tormentoso,
Una para el niño que nace y el dios muerto?

Sí, lo creo, quiero creerlo, pero ¿qué sombras
Son ésas que se llevan el espejo?
Y, mira, la zarza crece entre las piedras
En el camino de hierba aún apenas abierto
Por el que nuestros pasos iban hacia los jóvenes árboles.
Hoy me parece, aquí, que la palabra
Es el pesebre medio roto del que se escapa
En cada amanecer de lluvia el agua inútil.

La hierba y en la hierba el agua que brilla, como un río.
Todo está siempre a la espera de que una vez más se lo ate al mundo.
Sé que el paraíso está diseminado,
Es tarea terrestre el reconocer
Sus flores dispersas en la hierba pobre,
Pero el ángel ha desaparecido, una luz
Que no fue, de golpe, sino un sol poniente.

Y como Adán y Eva caminaremos
Por última vez en el jardín.
Como Adán el primer pesar, como Eva la primera
Osadía, querremos y no querremos
Pasar por la puerta baja que se entreabre
Allá a lo lejos, en la otra punta del ronzal, coloreada
Como auguralmente por un último rayo.
¿Se toma el porvenir en el origen
Como cabe el cielo en un cóncavo espejo?
¿Podremos recoger, de esa luz
Que fue de aquí el milagro,
En nuestras sombrías manos la simiente, para otros charcos
En el secreto de otros campos "cercados de piedras"?

Por cierto, está aquí el lugar para vencer, para vencernos,
El lugar de donde salimos esta tarde. Aquí sin fin
Como esa agua que se escapa del pesebre.
(de YVES BONNEFOY)


HAROLD PINTER

DIOS BENDIGA A NORTEAMÉRICA

           Aquí van otra vez,
los Yanquis con su desfile acorazado
cantando sus baladas de alegría
mientras galopan por el vasto mundo
alabando al Dios de Norteamérica.

Las cunetas están atestadas de muertos
Los que no pudieron unirse
Los otros que se niegan a cantar
Los que están perdiendo su voz
Los que han olvidado la melodía.

Los jinetes tienen látigos que hieren.
Tu cabeza rueda sobre la arena
Tu cabeza es un charco en la mugre
Tu cabeza es una mancha en el polvo
Tus ojos se apagaron y tu nariz
sólo olfatea el hedor de los muertos
y todo el aire muerto cobra vida
con la fragancia del Dios de Norteamérica.
                                        
                           (DE HAROLD PINTER)

miércoles, 15 de enero de 2014

JUAN GELMAN, SIEMPRE EN EL CORAZÓN

Epitafio

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.


Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor 
con que odio, esta esperanza que come panes 
desesperados
La economía es una ciencia
En el decenio que siguió a la crisis se notó la declinación del coeficiente de ternura en todos los países considerados
La secreta dulzura del dolor...
La secreta dulzura del dolor es transparencia/sale de la furiosa resignación del sueño/suena en la boca del perdido.
Ausencia de amor
Cómo será pregunto. Cómo será tocarte a mi costado. Ando de loco por el aire que ando que no ando.
Costumbres
No es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte. 
EL DOLOR HECHO CONOCIMIENTO, LA DIGNIDAD DE DECIR LA VERDAD






La economía es una ciencia
En el decenio que siguió a la crisis se notó la declinación del coeficiente de ternura en todos los países considerados
La secreta dulzura del dolor...
La secreta dulzura del dolor es transparencia/sale de la furiosa resignación del sueño/suena en la boca del perdido.
Ausencia de amor
Cómo será pregunto. Cómo será tocarte a mi costado. Ando de loco por el aire que ando que no ando.
Costumbres
No es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir tenemos sed y paciencias de animal
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.

lunes, 13 de enero de 2014

O LUNS, 27, OS ESPERAMOS NA BIBLIOTECA CENTRAL DE FERROL (As sete e media)


CONTRA TODO PROGNOSTICO, E COA BENDITA MALA SORTE A favor, ESTE 27 DE XANEIRO DAREMOS A VOZ Aos POETAS, UNHA VEZ MAIS, E COMO Os SETE ANOS PRECEDENTES, GOZAREMOS DA LECTURA DOS SEUS POEMAS, ENCHENDO DE MARABILLOSOS ANTÍDOTOS Os nosos PETATES PARA PODER CONTINUAR ESTA ENORME TRAVESÍA DO DESERTO EN QUE NOS HAN IR CONVERTENDO A VIDA: A MEZQUINDAD, A MEDIOCRE CATADURA DOS nosos "ADMINISTRADORES", NON PODERÁN CONNOSCO, COS SONHOS QUE COS OLLOS ABERTOS TALLAMOS SEN DESCANSO,

Faremos homenaxes, e recordaremos aos derrotados (Os QUE ADORAMOS As DERROTAS DAS NAVES DO ALMA), Xamais vencidos.
XULLO CORTAZAR E OCATAVIO PAZ, ANDARÁN ENTRE NÓS. E COMO NON PODÍA SER DOUTRO XEITO, POETAS QUE SUFRIRON A DESESPERANZA E A DOR, A PENA E A RABIA DA PRIMEIRA GRAN GUERRA, DEIXARAN ESCOITAR A súa VOZ NALGÚN MOMENTO DESTES CATRO MESES.
Dámosvos as grazas a todas e todos os que acudides fielmente a esta pagana celebración.
ESPERÁMOSVOS COS VERSOS ABERTOS.
SAÚDE

ISTE É O PROGRAMA, QUE COMO SEMPRE NON CUMPRIREMOS .

                                            LUNS 27 DE XANEIRO
1    YVES BONNEFOY
HAROLD PINTER

                                           LUNS 10 DE FEBREIRO

    CLAUDIO RODRIGUEZ FE
2 MAITE DONO
 
DORES TEMBRAS
                               LUNS 10 DE MARZAL

ANA 
AJMATOVA
     ANA SEXTON

                                         LUNES 14 DE AVRIL

JAMANA HADDAD
     CLAES ANDERSSON

                                           LUNS 12 DE MAIO

NAZIM HIMET
AGOSTINHO NETO

                                               LUNS 9 DE XUNHO
6 
Manuel Torga
 
CARVALHO CALERO

Sylvia Plath: Poemas postreros | Prefacio, traducción y notas: Wilfredo Carrizales

Letralia, Tierra de Letras | TransLetralia | Sylvia Plath: Poemas postreros | Prefacio, traducción y notas: Wilfredo Carrizales

Prefacio
Sylvia Plath. Ilustración: Zhou Qiong
Sylvia Plath demostró desde su infancia un gran talento para las palabras y fue capaz de escribir poemas completos a la temprana edad de cinco años.
Sylvia había nacido en Boston el 27 de octubre de 1932. Su padre, Otto Plath, era profesor de la universidad de esa ciudad y su madre enseñaba inglés y alemán. Cuando su padre murió en noviembre de 1940, Sylvia declaró que “...nunca le hablaría a Dios de nuevo”. La pérdida de su padre la afectaría por el resto de su vida.
Sylvia publicó su primer poema en 1941. Un corto poema “acerca de lo que yo veo y escucho en las calientes noches de verano”. Durante todo el periodo de sus estudios en la escuela secundaria no dejó de escribir y publicar poemas y dibujos. En 1950 vio uno de sus poemas, “Bitter Strawberries” (“Fresas amargas”) publicado a nivel nacional, después de persistentes envíos a diferentes periódicos. Por esa época ya había desarrollado un patrón psíquico que la acompañaría toda la vida y donde el estrés frecuentemente la atacaba, causándole depresión y más estrés.
En 1952 ganó un premio por su cuento “Sunday at the Mintons” y tuvo su primera relación amorosa seria. Pero, la depresión, el insomnio y también pensamientos de suicidio, se evidenciaron en su diario:
“Aniquilar el mundo por aniquilación de uno mismo es el engañado colmo del egoísmo desesperado... Yo deseo matarme para escapar de la responsabilidad, para arrastrarme abyectamente dentro del útero...”.
Hacia julio de 1953 fue sometida a su primera sesión de terapia con electroshock, ya que padecía de agudos insomnios que no la dejaban dormir y llegó a ser inmune a las píldoras para dormir. A finales del mes siguiente intentó suicidarse ingiriendo gran cantidad de somníferos. Permaneció recluida en un hospital psiquiátrico hasta enero de 1954. En abril del mismo año, Sylvia intentó escribir poemas de nuevo y comenzó a descolorarse el pelo para ser “una nueva persona”.
Durante los años de 1954 y 1955, publicó poemas en importantes medios y obtuvo reconocimientos y premios. Sylvia se graduó summa cum laude en la Universidad de Harvard y logró una beca para estudiar literatura en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Escribió en su diario que sentía que los hombres británicos eran “pálidos, neuróticos homosexuales”, en quienes no encontraba ningún atractivo.
Una noche de 1956, participó en una fiesta para celebrar el lanzamiento de una nueva revista literaria de Cambridge. Entre la poesía que admiraba estaba la de un poeta llamado Ted Hughes, quien al poco tiempo se convertiría en su marido. Durante su luna de miel en España, Sylvia escribió algunos de sus excelentes poemas.
A fines de junio de 1957, Sylvia y su marido llegan a Estados Unidos. Traen con ellos a su hija. Sylvia comienza a dar clases en el Smith College, pero pronto siente el trabajo tedioso. Bajo el incremento de un estrés emocional, pierde el interés por la escritura.
Por ese entonces, Ted recibe aclamación de la crítica por sus escritos y, por primera vez, Sylvia siente envidia de su esposo. Ella enferma y contrae pulmonía.
Durante las vacaciones de primavera de 1958 Sylvia escribe ocho poemas en ocho días. Las fricciones y desavenencias entre la pareja crecen hasta llegar a la mutua agresión física. En el verano se mudan a un apartamento en Boston. En el otoño trabaja a medio tiempo en el mismo hospital psiquiátrico donde estuvo recluida.
A principios de 1959, Sylvia intenta escribir en un estilo más “interior”, buscando dentro de sí misma y encarando los asuntos encontrados allí. Visita por vez primera la tumba de su padre y ello le inspira el poema “Electra on azalea path”. Conoce por ese entonces, mientras tomaba clases con el poeta Robert Lowell, a una joven empedernida fumadora llamada Anne Sexton, quien llegaría a ser una famosa poeta ganadora del Premio Pulitzer en 1967 y se suicidaría en 1974.
En diciembre del mismo año 1959, Sylvia y Ted vuelven a Inglaterra. Para febrero de 1960, la pareja se encuentra instalada en un pequeño apartamento de Londres. Sylvia firma un contrato para publicar su primer libro de poemas, The Colossus and other poems. En abril nace su segunda hija. Sylvia está asombrada del porqué no logra éxito de publicación en su propio país, aunque su marido inglés sí.
En enero de 1961, Sylvia se entera de que está preñada de nuevo, pero aborta en febrero y el suceso la deja devastada. Escribe algunos poemas con la mujer como tema. En septiembre, justo antes de mudarse de Londres a Devon, Sylvia descubre que está embarazada una vez más. En octubre presenta su novela The belljar a un editor inglés.
El 17 de enero de 1962 Sylvia da a luz a un niño y su marido siente alguna frustración. Ella se estresa y desarrolla el hábito de escribir en las quietas horas de la mañana.
The Colossus and other poems fue finalmente publicado en Estados Unidos en mayo de 1962, pero obtuvo una pobre aceptación. Las riñas y las peleas de Sylvia y Ted se hicieron más frecuentes y él encontraba repetidos pretextos para permanecer fuera del hogar.
En una ocasión Sylvia encendió una fogata en el patio, destrozó el único manuscrito de la novela en la cual estaba trabajando y lanzó los pedazos a las llamas. Posteriormente también quemaría más de mil cartas de su madre que mantenía guardadas, cajas llenas de epístolas de Ted y bosquejos de poemas.
En septiembre, Sylvia y Ted fueron a Irlanda e intentaron reconciliar el matrimonio, pero todo resultó vano esfuerzo. En la primera semana de octubre, Sylvia comenzó a escribir. En una semana compuso una serie de poemas colectivamente llamados Bees.
A pesar de un severo caso de gripe a mediados de octubre, Sylvia parecía luchar contra el inmenso estrés producto del hundimiento de su matrimonio. Del 11 de octubre al 4 de noviembre creó más de veinticinco poemas, la mayor parte de los cuales son lo mejor de su producción. El día de su cumpleaños escribió “Poppies in october” y “Ariel”, uno de sus más conocidos poemas que la identifican.
En diciembre, Sylvia se trasladó con sus niños a Londres, a un apartamento habitado por el poeta W. B. Yeats, a quien ella admiraba. Encaró su primera Navidad sin su marido. Sus amigos y familiares empezaron a sentir que a pesar del desafiante semblante de Sylvia y de sus expresiones de felicidad por estar separada de Ted, ella secretamente deseaba la reunión con él. Todos temían que ella cayera en una severa crisis emocional como la que padeció cuando falleció su padre.
El tiempo fue terrible en Londres al llegar enero de 1963 y logró empeorar la depresión de Sylvia, tal como sus amigos y médicos previeron. Su doctor intentó conseguirle una cama en los atestados hospitales psiquiátricos.
La mañana del 11 de febrero Sylvia desayunó pan y leche en el cuarto de los niños. Entonces rompió la ventana y selló la puerta con una cinta. Bajó las escalinatas y después de encerrarse en la cocina, se arrodilló frente al horno abierto y abrió la llave del gas. Su cuerpo fue descubierto esa mañana por una enfermera quien la tenía en su lista de visitas y un obrero que la ayudó a ingresar en la casa.
Seis meses antes de su muerte, Sylvia había escrito con sentimiento:
“...exiliada en una fría estrella, incapaz de sentir nada, excepto un horrendo torpor irremediable. Yo busco dentro del cálido, terreno mundo. Dentro de un nido de las camas de los amantes, de las camitas de niños, de las mesas de comida, de todo el sólido comercio de la vida en esta tierra, y me siento aparte, encerrada en una pared de cristal”.
Sylvia Plath fue enterrada el 16 de febrero en el cementerio de la familia de su esposo. Póstumamente llegó a ser más famosa que cuando estaba viva. Las circunstancias de su vida y de su muerte ayudaron a crear el “mito” de la historia de Sylvia Plath.
Después de poner en orden sus poemas provenientes de los manuscritos y agregarles otros escritos en los últimos días, en 1965 fue finalmente publicada la colección titulada Ariel y otros poemas.
La colección de Poemas escogidos de Sylvia Plath fue preparada por Ted Hughes en 1981 y en 1982 ganó, póstumamente, el Premio Pulitzer, del cual, sin duda, la propia Sylvia habría estado sumamente orgullosa.

La poeta que quedó bajo los árboles de invierno
Aunque su temprano estilo fue precozmente estudiado, el énfasis de Sylvia Plath se centró en lo autobiográfico, y debido a las revelaciones dolorosas en su obra tardía ha sido agrupada, junto a Robert Lowell y Anne Sexton, como una poeta confesional. Pero con gestos en su vida de desafío y exaltación, amor o desesperación, sus poemas reinventan modelos arquetípicos y una sucesión de amontonadas ideas y brillantes imágenes. La voz en sus poemas maduros está modulada por una ironía enfadada o asombrada.
Lo que Ted Hughes llamó su “energía verbal crepitante” es obvio que aparece en los poemas con ritmo demoníaco, contrastes tonales rápidos y mordaz precisión de palabra e imagen. Los marchitos poemas que Sylvia Plath escribió compulsivamente en los meses previos al suicidio —acerca de sus niños y su fallido matrimonio; acerca de la muerte y su imaginación— fueron considerados en una ocasión por Robert Lowell su “espantosa y triunfante realización”.
Los poemas de Sylvia Plath han sido traducidos, total o parcialmente, a varias lenguas: albanés, chino, checo, alemán, francés, holandés, griego, húngaro, italiano, macedonio, polaco, portugués, español, sueco...
Para el momento de su muerte, Sylvia Plath había escrito un gran volumen de poemas. Ella nunca desechaba ninguno de sus esfuerzos poéticos. Su actitud para con los versos era la de un artesano: si ella no podía lograr hacer una mesa, era completamente feliz si lograba una silla o, aun, un juguete. El producto final para ella no era tanto un poema exitoso, sino algo que había extenuado temporalmente su ingenuidad.
Su evolución como poeta sucedió rápidamente a través de una sucesión de mudanzas de estilo hasta que ella alcanzó su verdadero cuerpo y voz. Cada fresca fase tendía a darle a un grupo de poemas el valor de una expresión a una familia general de semejanzas y, usualmente, se asociaban con un particular tiempo y lugar.


Ovejas en la niebla1
Las colinas se asientan dentro de la blancura.
Gente o estrellas
Me miran tristemente; yo me desilusiono de ellas.
El tren deja una línea de hálito.
¡Oh! Lento
Caballo del color del orín,
Flatos,dolorosas campanas —
Toda la mañana
La mañana ha estado ennegreciendo,
Una flor olvidada.
Mis huesos asen una quietud, los lejanos
Campos funden mi corazón.
Ellos me amenazan
Con arrojarme a un cielo
Sin estrellas y sin padre, una oscura agua.
2 de diciembre, 1962 / 28 de enero, 1963


Tótem1
La locomotora está matando el carril, el carril es plateado;
Se extiende en la distancia. Será comido, no obstante.
Su carrera es inútil.
Al anochecer hay la belleza de anegados campos,
En los dorados amaneceres los granjeros parecen cerdos,
Inclinados ligeramente por sus pesados trajes,
Blancas torres delante de Smithfield,
Gruesas caderas y sangre en sus mentes.
No hay piedad en el brillo de las hachas,
La guillotina del carnicero que susurra: “¿Cómo es esto? ¿Cómo es esto?”
En el cuencola liebre es abortada,
Su cabeza de infante fuera de la vía, embalsamada con especias,
Desollada de piel y humanidad.
Permítannos comerla como a secundinas de Platón,
Permítannos comerla como a Cristo.
Estas son las personas que fueron importantes —
Sus redondos ojos, sus dientes, sus muecas
Sobre un garrote que bate con ruido y golpes secos, una falsa serpiente.4
¿La capucha de la cobra me espantará —
La soledad de su ojo, el ojo de las montañas
A través del cual el cielo eternamente se enhebra a sí mismo?
El mundo es del mismo calor que la sangre y personal
Amanecer que dice, con su flujo copioso de sangre.
No hay término, sólo maletas
Fuera de las cuales las mismas se despliegan como un traje
Desnudo y lustroso, con bolsillos de deseos,
Nociones y boletos, cortocircuitos y espejos plegables.
Yo estoy loca, clama la araña, agitando sus muchos brazos.
Y en verdad es terrible,
Multiplicada en los ojos de las moscas.
Ellas zumban como niños azules
En nidos del infinito,
Atraídas al fin por la única
Muerte con sus muchos garrotes.
28 de enero, 1963


  1. Sylvia Plath explicó este poema en una conversación como “un montón de imágenes interconectadas cual un poste totémico”.
  2. Ella imagina a los granjeros de los campos del oeste en el tren temprano de la mañana, en su camino a Londres, al gran mercado de alimentos de Smithfield, cuyas “torres blancas” ella ha sido capaz de ver desde Primrose Hill durante su primera residencia en Londres.
  3. Un cuenco de pirex usado en diferentes ocasiones, tanto para las secundinas de su hijo como para lavar el cuerpo de una liebre.
  4. Una serpiente de juguete articulada con junturas moldeadas de bambú.


PALABRAS

Ejes
Después cuyos trazos la madera anilla,
¡Y los ecos!
Ecos viajando
Desde el centro como caballos.
La savia
Fluye como lágrimas, como el
Agua esforzándose
Por restablecer su espejo
Sobre la roca
Que gotea y se transforma,
En una blanca calavera,
Comida por yerbosos verdes.
Años más tarde yo
Los encontraré a ellos en el camino —
Palabras secas y sin jinete,
Los infatigables enganches.
Mientras
Desde el fondo del charco, estrellas fijas
Gobiernan una vida.
1 de febrero, 1963

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