domingo, 14 de diciembre de 2008

ferrin ferros e maos


E ahora, o compañeiro

Reclamo a libertade pró meu pobo
e reclamo a libertade pró meu pobo.


Reclamo la libertad de mi pueblo

En el viento de manzana que se despeña
en los riscos y guijo solar
de cabo de Home y Punta do Cabalo de Fora
reclamo la libertad de mi pueblo.

En el niño que duerme
en el edredón de tus ojos
reclamo la libertad de mi pueblo.

En las viejas manos agrarias
en la alondra amorosa de los estíos
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los besos muy ácidos y tiernos
de mis hijos inmensos
reclamo la libertad de mi pueblo.

En las sangres artesanas que tengo ardiendo
en cada dedo mío;
en los finos labradores que aparecen ahora en el papel
llevando sombreros pardos, paños de sede y zuecos remontados
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los crepúsculos de anís
en los que se erige la familia naval de Manoel Antonio
y pone, a babor y a estribor, pequeñitos
fuegos azules y blancos de San Telmo
reclamo la libertad de mi pueblo.

En la angustia de arandela que te cerca,
en los mojones, puertas, cierres, en los durísimos y sin luz
alambres, no me tuerzo y
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los tibios infiernos de tu boca, herida
de comunión al sol y al vino más adentro,
diapasón de la verdad de pan de trigo,
cumbre de calabaza y de buena alborada
reclamo la libertad de mi pueblo.

En la cizaña, composición, falsía, mal dibujo
de cada ceremonia de convenio colectivo
cegando nuestro fuego matalúrgico
reclamo la libertad de mi pueblo.

En una niña de seis años que nació en Basilea
y cantó para mí la Internacional en idioma gallego y no
pude retener el llanto y fue en mil novecientos
setenta y cuatro, y por ella
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los muros de la ombliguera y de la violeta,
en las honduras del musgo y de los helechos,
en los castros, calzadas y rutas muertas
(piedra del más allá) abandonadas para siempre
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los caminos cerrados, en los abiertos
en los que llevan a las casas de los hombres nuestros de cada día,
en los trasportes por ferrocarril,
en los hermanos que gobiernan las máquinas del mar
y en los camiones de la alta noche,
reclamo la libertad de mi pueblo.

En las hogueras de Londonderry, en cada palabra,
en cada palabra de nuestro tío Ho Chi Minh, como una oropéndola
llenando la tarde de luz nacionalista y líquidos
reclamo la libertad de mi pueblo.

En la sindical reconstrucción diaria
de cada cosa rota y vuelta a enderezar
en la unión mínima de los hombres alrededor de un problema sórdido,
en cada petición en grupo
en cada contubernio en que se dan las manos
reclamo la libertad de mi pueblo.

En la casa de mis abuelos olorosa
a sí misma, singular en el mundo;
en los caballos de la sierra y en los mineros
de Lousame aquel veinte de julio,
reclamo la libertad de mi pueblo.

En el estremecido bramar de las mareas en guerra,
en el quejido del amor y en la muchacha
perdida sin que fuera nunca nuestra
reclamo la libertad de mi pueblo.

En el comer y en el beber
en torno a la olla de la camaradería,
en el sagrado secreto en torno a la perla de luz clandestina,
en el miedo y en el tenaz tesón contra lo adverso
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los luchadores de azufre y fuego ácido,
en los difuntos jamás vencidos,
en los que vendrán y son aún suave brisa y voz de mirlo
y portarán el hierro y darán la muerte clara
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los ríos, en las huelgas, en las romerías,
en las protestas de los muros, en los escritos,
en las gaitas, en las arenas de Espesante acaso
reclamo la libertad de mi pueblo.

En los emigrados, en los perdidos, en los presos, en los explotados,
en los que contemplan el correr de las aguas
sin fin, en los que confían en mi partido (tuba de despertar
o camino que nunca se desanda),
en los que combaten y han de ser el rayo
arrasador, en ellos pongo mi lengua y descanso mis ojos
y reclamo la libertad de mi pueblo.
y reclamo la libertad de mi pueblo.

De "Con pólvora y magnolias"
Versión de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño

viernes, 12 de diciembre de 2008

programa de lectura

programa de lecturas hasta febrero

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Sopa de poetes

Sopa de poetes

martes, 25 de noviembre de 2008

de catro a catro, inolvidable MANOEL ANTONIO





de catro a catro

BALADA DO PAILEBOTE BRANCO


BALADA DO PAILEBOTE BRANCO

ESCOITABAMOS o vento
ríndose malévolo
debaixo do seu disfraz
E tamén contou o barco
a hestoria do piloto
a do gavieiro e a do rapaz
Vós xa sabedes todo
Eso que din as estampas
do libro de Simbad
Pero el contounos o resto
"Estreaba o horizonte
unha largacía audaz"...
O barco foi percorrendo
as cicatrices sentimentaes
que lle deixaron vellos navegantes
E os adeuses que leva na vela
gravados por miradas
tristes definitivas e distantes
Un día fíxose ao mar
ca parola ceifada nos beizos
E xa nunca volveu
Agora eu busco un vello mariñeiro
ou unha historia do pailebote branco
ou calquer cousa ...
que sei eu?
Escoitábamos o vento
ríndose malévolo
debaixo do seu disfraz
Pero a hestoria do pailebote branco
non a sabía o piloto
nin o gavieiro
nin o rapaz.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Poeta en NUEVA YORK, de FEDERIDO GARCIA LORCA






Con este artículo, el escritor Alfonso Sastre inicia una serie que se corresponde con el texto ampliado del que fue leído en Cortes, Nafarroa, el 1 de noviembre, en el Homenaje a los Fusilados por defender las ideas de Paz, Justicia y Libertad. En él realiza una valiosa aportación personal al debate abierto en torno a la recuperación de la memoria histórica, y que este periódico irá publicando en fechas próximas.

En tiempos ya lejanos se decía que la memoria es el talento de los tontos. Hoy ya se sabe que esta frase es poco menos que una gran tontería, pues la memoria en general es la base del pensamiento y sin ella no hay pensamiento que valga. Un aforismo alemán dice así: «Ohne Phosphor kein Gedanke»: sin fósforo no hay pensamiento; pues bien, de la memoria se puede decir, como nosotros acabamos de hacerlo, otro tanto.

A veces, también este desdén de la memoria es algo mucho peor que una tontería: un refugio desde el que se ocultan las realidades del pasado, las cuales son la infraestructura sobre la que emergen las nuevas realidades, de manera que se evita la reproducción de realidades pasadas que condujeron la historia por muy malos caminos para el conjunto de la humanidad. Se sabe que si no recordamos nuestros errores, por ejemplo, estamos amenazados de repetirlos.

Leyes del olvido, amnistías bajo el rótulo de «punto final» u otros, ha habido muchas para que grandes crímenes sean no sólo olvidados sino magnificados como aceptables episodios de la vida histórica en, por ejemplo, «la lucha contra el comunismo» o por «la dignidad de la patria». Chile, Argentina, son ejemplos a recordar.

También, entre nosotros, el de la «transición española» desde el franquismo a la democracia, al principio de la cual la idea de una necesaria «ruptura» con el franquismo se abandonó, salvo en Euskadi y por algunos grupos en España. Entonces se discutió, más o menos, sobre qué hacer, con interrogantes como éstas: ¿olvidar?, ¿perdonar?, ¿no sólo el olvido sino también el perdón?, ¿o ni lo uno ni lo otro?; y ello bajo «un ruido de sables», más o menos real o imaginado por el miedo o por el interés de los devotos del dictador.

En resumen, fuimos conducidos a una perpetuación «democratizada» del franquismo en la forma de una monarquía ideada por Franco para atar y bien atar la situación que él había creado con la ayuda del nazismo y el fascismo europeos; y así nos vimos encima la España en que vivimos, o, mejor, bajo la que vivimos, y no tuvimos una democracia verdadera y, por ello, capaz de hacer valer sus postulados y de pedir cuentas a los responsables de los crímenes cometidos en los territorios ocupados por Franco durante la guerra y en todos los territorios del Estado español desde el fin de la guerra hasta la muerte del «caudillo».

Estoy proponiendo con estas palabras contra el olvido un rechazo de toda posible amnistía? Veamos esto, pues quien está escribiendo este artículo es partidario de una amnistía general y total de todos los presos políticos (de motivación política o ideológica) que hay actualmente en las cárceles españolas; y ello es así porque para mí, aunque ello pueda resultar aún hoy escandaloso, hay que distinguir entre amnistías buenas y malas; y éstas -las malas- son las que pretenden que sean olvidados los grandes crímenes de los poderosos (opresores) o cometidos bajo su inspiración, y buenas las que van a favor de los oprimidos, incluso cuando ellos han cometido excesos y, en el límite, hasta daños muy graves y homicidios. No es fácil decidirse a pensar así, y menos aún a decirlo; pero es preciso hacerlo cuando está en juego nada menos que la paz para el futuro de este pueblo, horizonte que se cerraría si no se realiza una amnistía general y total. Las cosas son así y no de otra manera, y hay que partir de ellas.

Este tema de la memoria, en lo que se refiere a los «crímenes del franquismo», ha sido tratado durante los últimos tiempos y muy especialmente durante las últimas semanas de varias formas, algunas muy notables, como ha sido en la revista «Pueblos», que ha publicado un dossier referido a varias áreas geográficas, culturales e históricas. Yo quiero destacar aquí, por lo que afecta a la nuestra, el artículo «Memoria de las víctimas: hacia una cultura de la memoria», de Marcelino Flórez Miguel, en el que trae a colación «el concepto de memoria que construye W. Benjamin y que Reyes Mate ha explicitado (...)». Para W. Benjamin, según esta referencia, «la historia nunca ha sido universal; ha sido, como mucho, una historia de los vencedores, y siempre ha estado ausente una parte de la verdad, la de los vencidos, la de los que desaparecieron y no dejaron rastro».

Esta idea es una base suficiente para legitimar los movimientos, hoy más o menos activos entre nosotros o en nuestras proximidades, a favor de «la memoria histórica», justamente para aportar aquella «parte de la verdad» que falta, es decir, que está oculta todavía por los aparatos del Estado; y ello aunque esta cuestión esté siendo ensuciada últimamente por las presuntas «ideas» y la real práctica judicial de una persona tan cuestionable desde varios puntos de vista y con variados argumentos como es el juez Baltasar Garzón.

En la misma revista, yo deseo destacar el artículo de Amparo Salvador Villanova «Mujeres en el franquismo», en cuya entradilla leemos con asentimiento por nuestra parte la mala ralea de «los pactos de la transición» entre la derecha y la «izquierda», tras la muerte de Franco. «En ellos -dice Amparo Salvador- se pactaba el silencio sobre los crímenes del genocidio franquista y la destrucción de sus pruebas, la impunidad para los responsables y colaboradores y el olvido de las víctimas. Era -añade- el año 1977 y se acababa de promulgar la Ley de Amnistía (así llamada, A.S.), que daba cuerpo legal a aquellos ignominiosos Pactos». Suscribo tan duras palabras, y la referencia que las acompaña: «¡Y si sabes quién mató a tus hijos, te has de callar! ¡Y si sabes quiénes te violaron, te has de callar! ¡Y si sabes quién te robó y vendió a tus hijos, te has de callar!». Todavía hace falta mucho valor para pronunciar estas palabras.

De la revista «Página Abierta» es destacable el artículo «Lo público de la memoria», de Joseba Eceolaza, aunque nada más sea para reproducir las cifras que en él constan de la matanza en ambos bandos, ampliamente recordado, sin embargo, en todo lo referente a «los crímenes de la `Horda Roja'» por los franquistas durante años y años, de manera que en ese sentido no hay otro problema de memoria pendiente que el de desmontar las muchas mentiras y exageraciones enfáticas circuladas siempre al respecto por la propaganda del Régimen y sus muchos colaboradores que un poco más y nos ahogan en la sangre derramada en Paracuellos del Jarama, por ejemplo. (Continuaremos).

Alfonso Sastre es Dramaturgo

lunes, 10 de noviembre de 2008

antologia del nomada y sus fertiles hogueras


antologia de poemas

jueves, 6 de noviembre de 2008

mas TOMAS SEGOVIA

completa bibliografia de TOMAS SEGOVIA

Si te busco y te sueño y te persigo,
y deseo tu cuerpo de tal suerte
que tan sólo aborrezco ya la muerte
porque no me podré acostar contigo;
si tantos sueños lúbricos abrigo;
si ardiente, y sin pudor, y en celo, y fuerte
te quiero ver, dejándome morderte
el pecho, el muslo, el sensitivo ombligo;
si quiero que conmigo, enloquecida
goces tanto que estés avergonzada,
no es sólo por codicia de tus prendas:
es para que conmigo, en esta vida,
compartas la impureza, y que manchada,
pero conmovedora, al fin me entiendas.

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