EL TIEMPO NO ESPERA POR NADIE
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EXCUSA
no:
no trabajo en los talleres de ninguna empresa armamentística
ni como obrero ni en cualquier otro puesto de los distintos niveles del escalafón:
encargado maestro perito ingeniero director general
o dueño supremo de ninguna de esas empresas armamentísticas
ni como es natural poseo tampoco acciones en bolsa de ninguna de esas compañías
que se dedican a fabricar y vender ARMAS con las que después se asesina
a seres humanos de todas las razas y colores y condiciones habidas y por haber:
no:
no trabajo en el ramo de la construcción
de la construcción de muros de cemento o piedra o de alambradas
ni como peón de albañil ni en cualquier otro de los innumerables puestos del escalafón:
topógrafo albañil encargado maestro perito ingeniero director general de las obras
o dueño supremo de cualquier empresa relacionada con el ramo de la construcción
de muros de cemento armado o piedra o alambradas de espino
y se da por hecho -mi palabra es el hecho- que no poseo acciones en bolsa de ninguna empresa
del ramo de la construcción
del ramo de la construcción de miedo y odio
que enfrenta o separa familias divide conciencias y le cierra el paso a las libertades individuales y:
no:
tampoco soy un uniforme que patrulla a pie en motocicleta coche todo
terreno tanque tanqueta lancha rápida barco avión avioneta o torres de control
por los alrededores de esos muros de cemento o piedra o de esas alambradas de espino ELECTRIFICADAS
a la caza de inmigrantes i-legales que son el espejo que nos devuelve nuestro propio y aún cercano pasado:
no:
no asesino a sangre fría focas o crías de foca con rifles o porras como tampoco arponeo
o asesino a sangre fría asimismo a ballenas o a crías de ballena o a cualquier otro ser
vivo
de una especie ANIMAL inocente indefensa o en vías de extinción:
no:
yo no trabajo en ninguna de esas historias o en otras de parecidas o semejantes circunstancias:
no:
lo siento:
yo no tengo
vuestra EXCUSA:
yo no tengo
crías
que alimentar.
AMPUTACIONES
el hombre
era manco
pero durante un instante
mientras me pegaba
un buen corte de mangas
pude verle claramente el brazo,
el corazón
CONVOY ATLANTICO-FERROL-TRISTEZA
Aquí el cielo
escarba en la tierra
un mar
donde la luz
se hincha
hasta alcanzar los labios.
Aquí donde los trenes mueren
la sal conserva
todos los cadáveres
de este sol
que el mar devuelve
al impávido asombro
de una pintura
sobre papel de arroz.
Mi corazón varado
calla
dejando en manos de los buques
en sus largas vocales
de mansas reses
todos los cuentos que en mi hijita
salvo la luna.
EL MAR
ABACO
DE OLAS
ASI,
solo la ceniza
tinta indeleble de la nada
tiene tratos de tú a tú
con la esperanza
o
con este árbol
que la brisa
del crepúsculo
poda
entre mis dedos.
BAJAMAR
Buenos contables son
las gaviotas
contando cadáveres de olas
EN BENARES LAS VACAS
trenes perezosos
UN ACANTILADO
Es una criatura expulsada
que se pasa los Siglos
aconsejando paraísos
a los pájaros sin sueño.
LISBOA, UN INVIERNO
un tajo en el cielo.
Apresurados trazos
ponen barcos de lápiz
en la boca del mar.
Es de día
es por la tarde
unos niños juegan entre
los escombros limpísimos del frío
Siempre pasa un tranvía
y siempre una muchacha
cultiva en sus cristales melancolía
Lisboa es pareja del fuego
o son las cenizas del mar?
Pero por sus calles combadas
cruzan gatos
que se disuelven en las esquinas.
Alguien lava sus azulejos
en esta lluvia tan celosa de la luz.
Siempre hay un rincón
donde la ropa canta
y las manos que allí anidan.
Todo el cielo para estas jarcias
es lo que dicen
estas fachadas, estas trastiendas del mar.
Después,
siempre nos queda
volver rasantes a la lentitud
del café
ese, con las luces sumergidas
en la pequeña taza
de tus manos.
HAY UNA POBLACIÓN DE HUMO
que parte de noviembre
habita
naves invertidas
con quillas de pizarra
verdaderamente sabe
de este mar al rojo vivo
donde el barro ayunta
con las uvas del tiempo.
Bajo un cielo de nubes aturdidas
reverdecen los grumos del frío
mientras las aldeas fondean
en los mensajes renovados del humo.
Alguien sueña sobre la lumbre
bahías esmaltadas
historias de otras tribus
tatuadas de caminos
y chasquidos de otros árboles
o con los mostos
de una estación
sin horas
día florido
de Todos los Santos.
Sin embargo, sólo los niños
son contables
de este caudal abierto
en los sueños
oscuro río de semillas
con el que trazas
la nómada canción de tus patrias.
No olvides
la población del humo
el amarillo vacío de esta imagen
que cada día
burla tu caza
dejando entre tus dedos
el humo emboscado
de la infancia.
EL DESIERTO
y el camello
se copian al caer la tarde.
LOS CAMINOS EN EL DESIERTO
Y LOS GATOS
plagian los lomos
de los gatos;
y al caer la tarde
consentidas se arquean
bajo los dedos del mar,
azulejos del ocaso.
LOS OPERARIOS EGIPCIOS
han tensado las cuerdas
Los cuatro mástiles sostienen
la cúpula alargada
Y un nido de cuerdas
y nudos
desenrolladas escalas
ajustados los cabos
Está listo el espacio
para los triples saltos mortales
la virgen obscena
que se deja cortar en dos
o los caballos blancos
de descarados astros negros
Los operarios egipcios
recorren indiferentes
la zona encantada
y se retiran con frecuencia
a las rulotes
durante la función.
vendrá
la muerte
de los espejos
Un cementerio encantado
La inversión del silencio
El rumor resplandeciente
Y llegará este tiempo
en el que los espejos
tengan
sus imposibles cementerios.
LA MEMORIA BARRIDA
Y blanca
Mira
Mientras
prodigiosos
Los soles siguen su rutina.
EL VIAJE ES EL REGRESO
el único presente que el viajero porta
no son los países que ha conocido
ni las viejas esquinas de las ciudades
ni las ciudades lejanas y desconocidas
sino el regreso desmesurado
y la inconclusa partida
el relato de sus mapas
las rutas incendiadas del destino
es multitud de muertes y de vidas
la memoria radiante de los días
como ceñidas olas del recuerdo
Blues del cementerio
Conozco un pueblo –no lo olvidaré–
que tiene un cementerio demasiado grande.
Hay en mi tierra un pueblo sin ventura
porque el cementerio es demasiado grande.
Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.
No sé para qué tanto cementerio.
Cierto año la gente empezó a irse
y en muchas casas no quedaba nadie.
El año que la gente empezó a irse
en muchas casas no quedaba nadie.
Se llevaban los hijos y las camas.
Tenían que matar los animales.
El cementerio ya no tiene puertas
y allí entran y salen las gallinas.
El cementerio ya no tiene puertas
y salen al camino las ortigas.
Parece que saliera el cementerio
a los huertos y a las calles vacías.
Conozco un pueblo. No lo olvidaré.
Ay, en mi tierra sin ventura,
no olvidaré a mi pueblo.
¡Qué mala cosa es haber hecho
un cementerio demasiado grande!
malos recuerdos
la verguenza es un sentimiento
revolucionario (karl Marx)
Llevo colgados de mi corazón
los ojos de una perra y, más abajo,
una carta de madre campesina.
Cuando yo tenía doce años,
algunos días, al anochecer,
llevábamos al sótano a una perra
sucia y pequeña.
Con un cable le dábamos y luego
con las astillas y los hierros. (Era
así. Era así.
Ella gemía,
se arrastraba pidiendo, se orinaba,
y nosotros la colgábamos para pegar mejor).
Aquella perra iba con nosotros
a las praderas y los cuestos. Era
veloz y nos amaba.
Cuando yo tenía quince años,
un día, no sé cómo, llegó a mí
un sobre con la carta del soldado.
Le escribía su madre. No recuerdo:
"¿Cuándo vienes? Tu hermana no me habla.
No te puedo mandar ningún dinero…"
Y, en el sobre, doblados, cinco sellos
y papel de fumar para su hijo.
"Tu madre que te quiere."
No recuerdo
el nombre de la madre del soldado.
Aquella carta no llegó a su destino:
yo robé al soldado su papel de fumar
y rompí las palabras que decían
el nombre de su madre.
Mi vergüenza es tan grande como mi cuerpo,
pero aunque tuviese el tamaño de la tierra
no podría volver y despegar
el cable de aquel vientre ni enviar
la carta del soldado.
Invierno
de descripcion de la mentira
Mi amistad está sobre ti cmo una madre sobre su pequeño
que sueña con cuchillos.
No te pondré otra venda que la que está roída alrededor de mi
cuerpo, no te pondré otro aceite que el que descansa dentro
de mis ojos.
Ciertamente es una historia horrible el silencio, pero hay una
salud que sucede a la desesperación.
Acuérdate de la paz en los comercios abandonados, acuérdate
de la dulzura en las habitaciones donde se corrompía el olvi-
do. Nadie tenía razón ni esperanza, ¿qué podíamos hacer?
Ahora pasan vencejos entre el nogal y su sonido tiembla so-
bre mí.
Tú, lejos, debes dormir entre alaridos, hijo mío, tú que acos-
tumbrabas a enloquecer a los maestros, y a las mujeres que
se deslizaban debajo de tus dedos.
Puedes venir a repartir los alimentos y las mentiras delante de
mi rostro. ¿Por qué quemas tu lengua en las bahías excava-
das en pómez, por qué te abres a las semillas que no perdo-
nan, a las linazas adventicias?
Puedes cantar en mis manos y te desdices encima de tu
belleza.
Harías mucho mejor acercándote.
El incrédulo habita en un miundo de plegarias. Hay resplandor
delante de sus ojos, los que estuvieron heridos por la indig-
nación.
Es más sencillo proceder de un país suntuoso, de una memoria
recamada de espejos —cada espejo con su vértigo, cada es-
pejo con su profundidad llena de frutos— pero, de todas
formas, desconfía de aquellas manos cuya blancura puede
ser besada.
Es más sencillo despertar de un tiempo cuya hermosura no
existió aunque se extendiera como un crepúsculo.
Acércate a quien se calienta con los excrementos de la justicia.
Hay más honor en no tener razón.
Ahora mi paz está en avergonzarme de la esperanza.
De Lapidas:
Vi una amistad sin ternura ni nombre: los de la
carne y los de la madera, los que vestian muros con
los colores de la ira, los que encendian el acetileno.
Al formarse las sombras, sobre los marmoles y so-
bre las tablas alorosas a lejia cesaban el vertigo de
los andamios, el aliento venenoso de la soldadura;
con grandes manos alcanzaban los vasos purpúreos
y el vino ardía en el rostro de los obreros.
TANGO DE LA MISERICORDIA
DEL LIBRO DEL FRIO
AME TODAS LAS PERDIDAS.
Aun retumba el ruiseñor en el jardín invisible
de arden las perdidas:
Poema dedicado a Leon, su ciudad adoptiva.
Si como un árbol vivo se incorpora
la música en tu espacio
y, al fin, precipitada transparencia
entre ciudades, llanos,
ríos lentos, caminos,
y, más aún, despacio llega,
y anida como un pájaro armonioso
corazones humanos;
si, obedeciendo al sobresalto puro,
se estremecen los campos
y el territorio mineral anuncia
la elevación de sus profundas alas;
si alcanzo
a decir la belleza de tu rostro;
si alzo
estos ojos de hombre para verte,
tierra de León, amiga y madre mía,
hallo
tus claros chopos y tu cielo libre.
De esta mirada, surge mi canto.
Poema al che.
En Bolivia y en ti y no en la muerte
pensamos, capitán. Hubo silencio
una noche no más. Hirvió el acero
otra vez hasta el fin. Y vino el día.
Y todo el mundo se llamaba Ernesto.
ANTONIO GAMONEDA
al tren de via estrecha, LEON MATALLANA
(Esta es la versión, o reescritura, de 2003:)
A las ocho del día en febrero
aún es de noche.
No hay aún luz en los vagones, sólo
oscuridad y aliento.
No nos vemos: sentimos
la compañía y el silencio.
En el andén estalla la campana.
Nos sobresalta la crueldad de un silbido.
Tiemblan las sombras. Todo vuelve
a un antiguo sentido.
Nos dan la luz amarillenta y floja.
Salimos
de la oscuridad como del sueño:
torpemente vivos.
Éste es un tren de campesinos viejos
y de mineros jóvenes. Aquí
hay algo desconocido.
Si supiésemos qué, algunos de nosotros
sentiríamos vergüenza, y otros esperanza.
Se está haciendo de día. Ya
veo los montes dentro de la sombra,
los robles, del mismo color del monte,
la yerba vieja, sepultada en escarcha,
y el río, azul y silencioso
como un brazo de acero entre la nieve.
Cruzan los pueblos de sonido humilde:
Pardavé, Pedrún, Matueca…
Cuando bajo del tren, siento frío.
He dejado mi casa. Ahora estoy
solo. ¿Qué hago aquí?, ¿quién me espera en
este lugar excavado en el silencio?
No lo sé; con el tren se aleja
algo que es cierto aunque no puede ser pensado;
es algo mío y no me pertenece.
Está dentro y fuera de mi corazón.
del libro del frio
UNA PASIÓN FRÍA
Una pasión fría endurece mis lágrimas.
Pesan las piedras en mis ojos: alguien
me destruye o me ama.
(De Arden las Pérdidas, 2003)
DE ARDEN LAS PÉRDIDAS (1993-2003 Y 2004)
BAJO la actividad de las hormigas
había párpados y había
agua mortal en las cunetas.
Aún en mi corazón
hay hormigas.
He atravesado las creencias. Durante mucho tiempo
nevó sin esperanza.
Había madres que enloquecían al amanecer: oigo sus gritos amarillos.
Aún nieva. Creo en la desaparición.
Creo en la ira.
(De Arden las pérdidas)
Aún, del
HAY una astilla de luz en la apariencia de la eternidad, hemos lamido, casi amándolas, membranas invisibles, no hay más que invierno en las ramas inmóviles y todos los signos están vacíos.
Estamos solos entre dos negaciones como huesos abandonados a los perros que nunca llegarán.
Va a entrar el día en la habitación calcinada. Ha sido inútil la sutura negra.
Queda un placer: ardemos
en palabras incomprensibles.
Arden las pérdidas
HE TIRADO al abismo el hueso de la misericordia; no es necesario cuando el dolor es parte de la serenidad, pero la lúcidez trabaja en mí como un alcohol enloquecido.
Sé que las uñas crecen en la muerte. No
baja nadie al corazón. Nos despojamos de nosotros mismos al expulsar la falsedad, nos desollamos y
no viene nadie. No
hay sombras ni agonía. Bien:
no haya más que luz. Así es
la última ebriedad: partes iguales
de vértigo y olvido.
Arden las pérdidas,