El poeta francés Yves Bonnefoy ganó esta semana el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2013 que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El comité organizador de la Feria informó el pasado lunes que el poeta, narrador, crítico, ensayista y traductor recibirá el reconocimiento el 30 de noviembre, en la inauguración del encuentro literario.
"La poesía debería tener un gran papel en este mundo, sobre todo en la democracia", pues "la poesía borra las barreras", dijo Bonnefoy desde Francia. "Considero que la poesía intensifica y potencia a las palabras".
Comentó que actualmente está escribiendo conscientemente, pero tacha mucho, buscando su escritura intuitiva.
"La suya es una poética muy sofisticada en contraste con una dicción muy sencilla, que renueva el lenguaje de las artes contemporáneas", escribió el jurado de la obra de Bonnefoy, nacido en 1923 en Tours, Indre y Loira, Francia.
El Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, que se entrega desde 1991, está dotado con 150 mil dólares. El año pasado estuvo envuelto en la polémica tras otorgársele al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, quien recibió críticas de académicos e incluso de algunos autores por considerar incongruente haber galardonado a quien fue acusado y sentenciado por plagio de artículos periodísticos.
NOMBRE VERDADERO
Al castillo que fuiste lo llamaré desierto,
a tu rostro ausencia, noche a tu voz,
y cuando te derrumbes sobre la tierra estéril
al fulgor que te trajo lo llamaré la nada.
Morir es un país que amabas. Vengo
desde la eternidad por tu senda sombría.
Destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria.
Soy tu enemigo, no tendré piedad.
Guerra te llamaré y probaré en ti
las libertades de la guerra, tendré en mis manos
tu rostro oscuro, traspasado, y en mi corazón
ese país que alumbra la tormenta
PERO QUE SE CALLE ESA QUE VELA
Pero que se calle esa que vela todavía
En el hogar, su rostro caído entre las llamas
Que permanece sentada, careciendo de cuerpo
Que habla de mí con los labios cerrados,
Que se levanta y me llama, careciendo de carne,
Que se aleja abandonando su cuerpo dibujada,
Que ríe siempre, habiendo muerto la risa hace tiempo.
TODAVÍA EL VERANO
Avanzo por la nieve, y he cerrado
Los ojos, pero sabe la luz atravesar
Los párpados porosos, y percibo
Que en mis palabras es aún la nieve
La que se arremolina, se embebe, se desgarra.
Nieve,
Carta vuelta a encontrar que se desdobla,
De tinta enjalbegada cuyos signos
Hacen ver la torpeza del espíritu,
Que solo sabe encabrestar sus sombras claras.
Y se intenta leer, no se comprende
En la memoria a quién interesamos,
Solo que aún es verano; y que se ven
Entre los copos hojas, y el calor
Se alza del suelo ausente como bruma.
EL ATAVÍO
Está nevando. Alma, ¿qué querías
Que ya en tu nacimiento eterno no tuvieras?
Ahí tienes, ya lo ves,
Para la muerte incluso un vestido de fiesta.
Un atavío como en la adolescencia,
De esos que se sostienen con manos cuidadosas
Pues es de tela transparente que se adhiere
A los dedos cuando estos a la luz la despliegan.
Se sabe que es igual de frágil que el amor.
Pero lleva bordadas hojitas y corolas,
Y la música ya se está escuchando
En la sala vecina, iluminada.
Un ardor misterioso te toma de la mano.
Te late el corazón. Sales. Qué gran nevada.
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