martes, 30 de septiembre de 2014

Herta Müller, apertura de lujo para Cosmopoética

Herta Müller, apertura de lujo para Cosmopoética - Noticias de Córdoba en ABC



Herta Müller, apertura de lujo para Cosmopoética



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La ciudad ya habla en verso. En realidad había comenzado a seguir el ritmo de la poesía esta semana, pero fue ayer, con versos en alemán mezclados con «collages», porque la poesía no sólo se escribe, cuando el arte de la palabra precisa se hizo más presente. Lo abrió una escritora de orígenes tan singulares como la propia poesía. Una mujer nacida y criada en Rumanía, pero formada en el alemán como lengua madre.
De sus orígenes, de su vida y de su concepción de la poesía habló un rato antes de comparecer ante el público que abarrotaba el Teatro Góngora. Herta Müller abrió los días más intensos de Cosmopoética, y aunque las líneas rojas de los titulares se han fijado en el Premio Nobel de Literatura que recibió en el año 2009, convive con ello si es que no se lo recuerdan demasiado. En su vida han pasado muchas cosas, que han influido en su obra y que aparecen de forma cíclica en la conversación, y que son mucho más importantes que el galardón. Aparecen en sus palabras constantemente, como su condición de permanente exiliada, incluso en su propio país y en su propia cultura.
«La minoría alemana era predominante antes en Rumanía, como la húngara, ahora hay muchas más», recordó, para hablar después de sus lenguas. Aunque el rumano lo aprendió con diez años, tuvo gran importancia, porque le sirvió para socializarse. «Tampoco soy alemana estrictamente hablando, así que no soy rumana en Rumanía y tampoco alemana en Alemania, y eso tampoco lo considero como algo negativo», dijo. La singularidad de un poeta. Porque al dejar Runmanía se llevó con ella esa sensación de inseguridad que inunda cuando alguien va desde un país más pobre a uno rico. «Etendía el idioma, pero no muchas situaciones en Alemania, el humor y si alguien decía algo con mala intención. Sigue siendo un problema en cierto sentido hoy día», según ella.
La extranjería del idioma le sirvió para acercarse por fuera al idioma y para comprender las cualidades que le pasan desapercibidas a quien lo tiene como lengua materna. «Me di cuenta de que era mucho más sensorial, más metafórica, con un conjunto de imágenes más presentes», relató. La relación entre unos y otros marcó su vida. El mestizaje del poeta.

La dictadura

De hecho, recordó que pudo haber sido «una de esas rumanas que piden por la calle». Su juventud no fue fácil en la dictadura de Ceausescu: «No tenía ningún medio económico, me despidieron varias veces, estuve sometida a amenazas, a interrogatorios de la Policía. Eso no se olvida. Tengo un premio Nobel, pero en una ciudad tan grande como Berlín soy anónima y todavía hay muchas situaciones en las que siento que no encajo». Y eso es así, y no tiene por qué ser negativo, sino que es capaz de vivir con ello.
Herta Müller llegó con un maridaje entre lo visual y lo auditivo, con una película que ilustró «la palabra de manera visual». La escritora asegura que la poesía y la literatura tienen una dimensión universal, y que no entienden de fronteras. «Los mismos temas, los mismos elementos, las mismas sensaciones lo son en cualquier parte del planeta», afirmó. Puso como ejemplo a García Márquez. «Para mí, Macondo es el pueblo en que me crié, aunque García Márquez nunca estuvo allí. La literatura puede hacerlo así», según ella, para después hablar de la lírica como «la forma más corta, más concentrada, que expresa pequeños brillos de sensaciones, pero es universal en toda la literatura, y se puede extender a la música y las bellas artes».
La poesía, y la literatura en general, porque Herta Müller no se queda en ella, tiene sus propios códigos. ¿Se escribe cuando ella quiere, como han disco algunos autores? Lo dice de otra forma. «Una frase sabe cómo tiene que ser ella misma, y hasta que no la pones de esa manera, la frase no descansa, tienes que seguir trabajando. La lírica es más intuitiva: la novela hay que planificarla, con los personajes. Las palabras saben a dónde quieren llegar y en la lírica tenemos la pausa, el tacto y la música», según la Premio Nobel, que insiste en que la lengua tiene sus propias leyes.
Su intervención en la inauguración de Cosmopoética estuvo salpicada de frases para recordar: «Hay muchas guerras, pero los caídos siempre somos nosotros». Y más sobre la escritura: «La impaciencia es mala en la poesía, pero esperar demasiado, también».
El Nobel sobrevuela la conversación y los actos poéticos. «El premio Nobel no está en mí, es una reacción de los demás. El problema lo tienen los otros no yo», dice riendo, mientras confiesa ser la misma de antes de hacerlo. Los actos públicos son lo único que se lo recuerda de vez en cuando, como ayer.

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