Nuestros parientes más cercanos:
los francotiradores, los llaneros solitarios que asolan
los cafés de chinos de latinoamérica, los destazados
en supermarkets, en sus tremendas disyuntivas
individuo-colectividad; la impotencia de la acción y la
búsqueda (a niveles individuales o bien enfangados en
contradicciones estéticas) de la acción poética. (Déjenlo todo, nuevamente
Manifiesto infrarrealista
Roberto Bolaño)
¿Y la buena cultura burguesa? ¿Y la academia y los
incendiarios? ¿y las vanguardias y sus retaguardias? ¿Y
ciertas concepciones del amor, el buen paisaje, la Colt
precisa y multinacional?
Como me dijo Saint-Just en un sueño que tuve hace
tiempo: Hasta las cabezas de los aristócratas nos pueden
servir de armas.