lunes, 17 de octubre de 2011

Musée de Beaux-Arts, por W. H. Auden - Círculo de Poesía

Poetcast: Musée de Beaux-Arts, por W. H. Auden - Círculo de Poesía

El siguiente es uno de los poemas imprescindibles de Wystan Hugh Auden (1907-1973), que presentamos leído por el propio poeta; y a continuación en castellano, una de las más brillantes aproximaciones de José Emilio Pacheco. Sobre la importancia estética de “Musée des Beaux-arts” aparece la glosa del crítico italiano Alfonso Berardinelli.

Musée des Beaux-Arts


About suffering they were never wrong,

The old Masters: how well they understood

Its human position: how it takes place

While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;

How, when the aged are reverently, passionately waiting

For the miraculous birth, there always must be

Children who did not specially want it to happen, skating

On a pond at the edge of the wood:

They never forgot

That even the dreadful martyrdom must run its course

Anyhow in a corner, some untidy spot

Where the dogs go on with their doggy life and the torturer’s horse

Scratches its innocent behind on a tree.

In Breughel’s Icarus, for instance: how everything turns away

Quite leisurely from the disaster; the ploughman may

Have heard the splash, the forsaken cry,

But for him it was not an important failure; the sun shone

As it had to on the white legs disappearing into the green

Water, and the expensive delicate ship that must have seen

Something amazing, a boy falling out of the sky,

Had somewhere to get to and sailed calmly on.

.

.

.

.

Musée des Beaux-Arts

Acerca del dolor jamás se equivocaron

los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron

su función en el mundo. Cómo llega

mientras alguno cena o abre la ventana

o nada más camina sin objeto.

Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes

el milagroso Nacimiento, habrá siempre

niños sin mayor interés en lo que ocurre,

patinando en el estanque helado a la orilla del bosque.

.

No olvidaron jamás

que el eterno martirio ha de seguir su curso,

irremediablemente, en sórdidos rincones

donde viven los perros su perra vida

y el caballo del verdugo se rasca

las inocentes grupas contra un árbol.

.

Por ejemplo en el Ícaro de Brueghel:

con qué serenidad

todo parece lejos del desastre.

El labrador oyó seguramente

el rumor de las aguas y el grito inconsolable;

pero el fracaso no lo conmovió:

brillaba el sol como brilló en el cuerpo blanco

al hundirse en las aguas verdes.

Y la elegante y delicada nave

debió haber visto lo asombroso:

la caída de un hombre que volaba.

Mas el barco tenía un destino

y siguió navegando en calma.

:

Aproximación de José Emilio Pacheco, Tarde o Temprano, México, FCE, 1986, p. 260

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